Estado con una población que tiene necesidad de empleo, que este sea bien remunerado, los chiapanecos ven como en sus ciudades y localidades además faltan los servicios básicos, incluidos educación, salud y obra pública. La pobreza y la marginación son la marca distintiva del paisaje chiapaneco.
La pobreza y la marginación en Chiapas en vez de convertirse en un reto a superar para su clase política, es el estado social idóneo para hacer fortuna, promocionarse personalmente y hacer una larga carrera política tanto a nivel municipal como estatal.
Si alguien que no conoce Chiapas explorara las redes sociales de sus políticos, pensaría que en el estado vivimos en un paraíso. El paraíso de la competitividad electoral, el edén de la honestidad en la administración pública, en hogar de los políticos más activos en el combate a la pobreza y el estado donde sus políticos hacen mayor labor social.
La decepción será grande porque la realidad de pobreza dicta otra cosa, descubrirá también que siempre son los mismos aspirando a un puesto de elección popular o en la administración pública.
De tener alguna esperanza en que si la población les da otra oportunidad a los políticos de siempre, las condiciones de pobreza del estado cambiarían, el desengaño crecería porque durante la pandemia del Coronavirus, cuando más se necesitó repartir despensas, víveres y otros artículos, nadie se hizo presente para la labor social. De repente, la tradicional promoción política Chiapaneca para aspirar a un puesto de elección popular desapareció.
Pero no se engañe, la historia de la clase política chiapaneca acomodaticia y proclive a la promoción personal no terminó con su ausencia por el Coronavirus, más bien se pausó porque tiene otro oxígeno, el proporcionado por la posibilidad de la reelección.
Con la nueva Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales, los miembros de Ayuntamientos que quieran reelegirse por el mismo cargo, deben solicitar licencia al cargo antes del 24 de septiembre de 2020 y los diputados antes del 6 de febrero de 2021.
Respecto a la renuncia de funcionarios que aspiren a formar parte de un Ayuntamiento, esta tendrá que ser el 6 de febrero y para las diputaciones, el 8 de 8 de marzo.
Hasta ahora ha trascendido que tres alcaldes han presentado su solicitud al Congreso del Estado: El Parral, Pichucalco y Suchiate. Y que han solicitado licencia temporal a sus cargos, funcionarios de los Ayuntamientos de El Parral, Suchiate, Chilón y Tuzatán.
Las renuncias al gabinete o incluso las licencias a las alcaldías no llegaron en cascada.
Pero no se emocione y crea que pocos alcaldes buscarán la reelección. Las licencias no llegaron en cascada porque hay en juicio, una controversia constitucional sobre la fecha de la renuncia. La Corte tendrá que dar su dictamen en diciembre.
Es decir, la fecha para la licencia al cargo con la finalidad de reelegirse, puede cambiar. El alegado es que renunciar en septiembre, prolonga el periodo para la realización de una campaña.
Buscando acomodo como se puede y donde se puede, la clase política estatal se perpetúa al igual que la pobreza y la marginación. En Chiapas la clase política genera pobreza y a su vez la pobreza genera las condiciones para que los políticos sobrevivan. Ese círculo vicioso no logra romperse.
Las leyes en Chiapas se tuercen a conveniencia de los mismos. Los últimos casos fueron las de paridad de género en la competencia política. Los cacicazgos locales dispusieron que fueran sus esposas las candidatas a las alcaldías mientras el poder real era detentado por los esposos.
Ahora, la nueva ley electoral logrará que incluso esa condición de ”juanitas” pueda volver a repetirse y por supuesto, que los alcaldes repitan en el cargo pese a la falta de resultados.
Por si fuera poco, la pluralidad electoral ofrece otra oportunidad de vivir en campaña política permanente. Si se rompe con un partido político, hay posibilidad de saltar a otro sin problema. Incluso hay partidos estatales.
No importa como ni por cual partido político presentarse a elecciones. No hay identidad partidaria en el estado. Lo que sobra es la necesidad imperante de su clase política de seguir viviendo del erario a pesar de que la realidad les diga que nunca han dado resultado alguno en sus sucesivas gestiones a las que ahora buscan perpetuarse.