Parábola Editorial.
Finalmente ocurrió el encuentro entre el presidente Andrés Manuel López Obrador con el presidente americano Donald Trump. Hubo voces en México y Estados Unidos que se oponían al encuentro; en nuestro país por la virulencia que Trump ha mostrado contra nuestros connacionales en Norteamérica, por su deseo de detener la inmigración ilegal hacia el norte y en ese país por la lucha que existe entre demócratas republicanos por la presidencia nacional.
Pero en política, una de las prioridades es ser pragmático. AMLO y Trump lo son. Los dos presidentes tienen elecciones internas en puertas; AMLO las intermedias en donde necesita conservar la mayoría en la cámara de diputados y; Trump las que definan su reelección o su salida de la oficina oval de la Casa Blanca.
La pandemia del Coronavirus trastocó la popularidad de los dos presidentes. Quien resultó más afectado fue Trump porque en puertas tiene las elecciones que definirá su futuro político inmediato.
El TMEC fue el pretexto para el encuentro entre los dos mandatarios. Un acuerdo comercial que habría de recordar, Donald Trump siempre se opuso de la misma manera en que calificó al acuerdo anterior, el TLC o NAFTA como el “peor acuerdo comercial en la historia de Estados Unidos”. Habrá de recordar también que el TMEC se debe a la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes americana y al trabajo político de su líder Nancy Pelosi, enemiga política de Donald Trump.
Pandemia por el descenso en la popularidad, elecciones por la definición del futuro político personal y TMEC como instrumento político, económico y jurídico para la viabilidad de la relación entre los dos países vecinos se cruzan en el destino político de los dos presidentes.
Todo ello hizo que Trump cambiara su virulento e inicial discurso político contra México y los mexicanos. Ese discurso le funcionó para llegar a la Casa Blanca, pero ahora ante la pandemia y el avance electoral de su rival Joe Biden, ya no les es funcional.
No lo es porque con Biden se disputa la misma “clientela electoral” es decir, al americano obrero, blanco y protestante y; en consecuencia, necesita que su discurso llegue a un auditorio más amplio. Los latinos tienen ya la suficiente fuerza electoral para influir sobre el destino electoral americano especialmente los mexicanos en Texas y California, dos estados que aportan gran cantidad de “delegados” ante el Colegio Electoral que califica la elección americana.
Biden tiene diez puntos arriba de Trump. Pero la visita de AMLO puede acortar la distancia. Lo demás corresponde a que la pandemia comience a ceder en Estados Unidos y crezca el empleo que hoy disminuye por el Coronavirus.
AMLO definitivamente se anotó el mayor éxito diplomático de su todavía joven presidencia; evitó la virulencia de Trump y probablemente -por los factores electorales- no la veamos en el corto plazo. Suficiente para que AMLO desactive un problema en donde la opinión pública lo considera sojuzgado a los deseos de Trump y para asegurar la victoria en las elecciones intermedias mexicanas.
No será la primera vez que los dos presidentes se necesiten y se ayuden mutuamente para favorecer sus propios proyectos políticos. Lo que falta ver es si Trump gana la reelección y si AMLO aprovecha que el americano dejó atrás su virulencia contra el país para que las inversiones lleguen a un México que las necesitará para emerger económicamente luego de los efectos de la pandemia del Coronavirus.
Foto: Tw: @m_ebrard