Editorial I Parábola Sur
A la estrategia nacional educativa ante la pandemia, el gobierno federal sumó a las televisoras para que a través de sus redes nacionales, se puedan impartir clases mientras dura la pandemia.
Con la estrategia puesta en marcha, la SEP espera que se llegue al 96 por ciento de los estudiantes mexicanos. Al resto, se les entregarán “cuadernillos” para el aprendizaje en casa.
La cobertura de las televisoras es casi nacional. Mientras que la señal de internet no llega a todo el país y además; no todos los mexicanos tienen el suficiente ingreso para comprarse un dispositivo electrónico para recibir clases.
La realidad alcanzó al sector educativo y no queda más que adaptarse. Pero no es un sector que sea homogéneo y la estrategia asume que todos los estudiantes del país aprenden igual y al mismo tiempo.
Por otro lado, es necesario analizar el contexto muy particular que tiene nuestro estado Chiapas y la educación local ante este escenario.
Lo primero que hay que decir que Chiapas, junto con Guerrero y Oaxaca presentan los menores niveles nacionales de acceso a la educación.
El grado de escolaridad promedio del chiapaneco de 15 años y más es de 7.3; lo que equivale a poco más de primer año de secundaria. Además, en nuestro estado, 15 de cada 100 personas de 15 años y más, no saben leer ni escribir. Cuando a nivel nacional ese promedio es de solo 6 por cada 100 habitantes.
A nivel de educación básica tenemos escuelas incompletas. Es decir, son escuelas que no ofrecen los grados de educación básica completos.
Hay también escuelas unitarias. Por su componente rural, en Chiapas hay escuelas con número reducido de alumnado, en donde uno o dos maestros atienden alumnos de diversas edades y grados, desde el primer y hasta el último de primaria.
El tema de la deserción escolar comienza en la secundaria y la preparatoria. Chiapas tiene los niveles más altos de deserción escolar de todo el país. Así es reconocido incluso en el Plan Estatal de Desarrollo del gobierno actual.
Somo último lugar en absorción de educación superior, en aprovechamiento escolar, en cobertura de educación superior y en eficiencia terminal.
Si tomamos en cuenta que la educación se interrelaciona con la alimentación, con la salud, con la cultura y el mercado de trabajo; “lo más neoliberal” de nuestro país es el sistema educativo.
Los más desiguales, sino tienen una oportunidad educativa; lo más seguro es que sigan en la desigualdad. Pero igual es con los que culminan una carrera universitaria.
Porqué?
Sencillamente porque culminada la trayectoria académica de los mexicanos que tienen la fortuna de concluir un carrera universitaria; cuando se incorporan al mercado laboral, lo hacen para competir.
Y desde luego esa competencia está condicionada primero por la calidad de la preparación académica.
¿Aprendiste a leer y escribir bien? ¿Tienes buena ortografía?. Eso se aprende en la educación básica.
¿Cómo egresa un alumno de la educación media superior en matemáticas?
¿Qué tal su nivel de inglés?
¿La educación universitaria nacional está vinculada al aparato productivo?
No lo está y en consecuencia, la juventud, cuando llega a la edad laboral; batalla para integrarse con éxito al mercado de trabajo, porque no existe esa vinculación universidad-mercado laboral.
Luego por supuesto que están las relaciones sociales.
¿Quién tiene más oportunidades de desarrollo laboral?
Como coloquialmente se dice, los que “tienen más palancas”. Más relaciones.
Recordemos que en nuestro país, la educación es un derecho. Pero ese mandato constitucional no ha llegado a todos, y; ante la pandemia, el peligro que se corre es que los rezagos continúen y por ende, también la desigualdad nacional.
Además de todo ello: Con este programa: ¿Dónde queda la figura del maestro?.
Se abrirá una nueva brecha que se sumará a las que hacen de Chiapas un estado desigual frente a los más desarrollados del país, pero no hay de otra, el cambio del paradigma educativo es inminente.